Decodificando etiquetas: lo que tu batido no te cuenta

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  1. Lo que no se ve, también cuenta

    Comer bien no empieza en el plato: empieza en la etiqueta. En ese pequeño recuadro impreso, se esconde información clave sobre lo que vas a poner en tu cuerpo. Pero aunque están ahí, las etiquetas no siempre están diseñadas para ser fáciles de entender. Ingredientes con nombres técnicos, porcentajes engañosos y declaraciones atractivas pueden confundir incluso a los consumidores más informados.

    Aprender a leer etiquetas no es un lujo, es una herramienta básica para tomar decisiones conscientes. Es parte de una educación alimentaria urgente y necesaria. Y es uno de los pilares de la nutrición limpia: saber qué estamos comiendo, cómo fue hecho, y por qué importa.

  2. Lo que dice la ciencia (y lo que ocultan las etiquetas)

    Según la Organización Mundial de la Salud, una de las principales recomendaciones para mejorar la salud pública es limitar el consumo de productos ultraprocesados. Estos productos, en su mayoría, esconden su verdadera naturaleza detrás de una lista de ingredientes extensos, saborizantes artificiales, edulcorantes, emulsionantes y conservantes de nombres imposibles de pronunciar.

    Dos hombres leyendo etiquetas en un supermercado.

    Un estudio publicado en Public Health Nutrition reveló que los consumidores que aprenden a identificar ingredientes ultraprocesados y aditivos innecesarios, tienden a mejorar significativamente su calidad de alimentación. El problema es que muchas etiquetas no lo ponen fácil: esconden bajo términos como “sabor natural”, “mezcla proteica”, “aroma”, o “color caramelo”, ingredientes que podrían estar altamente procesados o ser derivados sintéticos.

    Leer etiquetas con atención es un acto de resistencia: es cuestionar, elegir y asumir responsabilidad sobre lo que llevamos a la mesa.

  3. Tres claves para descifrar cualquier etiqueta

    a) Menos es más.

    Una lista corta y clara de ingredientes es casi siempre una buena señal. Si la lista parece más un experimento de laboratorio que una receta de cocina, mejor dejarlo en el estante.

    b) Ingredientes en orden.

    Los ingredientes se listan de mayor a menor proporción. Si el primer ingrediente no es el que esperás (por ejemplo, azúcar o jarabe de maíz en una barra “saludable”), ya sabés por dónde va el producto.

    c) No todos los “naturales” son lo que parecen.

    El término “natural” no está regulado de forma estricta. Un saborizante natural puede haber pasado por múltiples procesos químicos. Que algo diga “natural” no significa que sea limpio.

  4. Leer bien es cuidarse mejor

    En Pura Prote somos conscientes de la necesidad de transparencia. Por eso nuestras proteínas están formuladas con ingredientes limpios, sin conservantes, sin saborizantes, sin excusas.

    Nuestra etiqueta es clara, directa, y sin letra chica.

    No queremos que tengás  que hacer una investigación científica cada vez que preparés  tu batido. Queremos que confiés.. Que sepás  que lo que estás consumiendo tiene sentido, y que responde a una filosofía de nutrición limpia, donde menos es más… y lo que hay, es real.

    Mujer leyendo etiquetas en un supermercado.

Pura Prote. Nutrición limpia que no necesita traducción.


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